lunes, 8 de junio de 2015

UN BARRIO QUE ENCARNA NUESTRA HISTORIA MÁS RECIENTE



 
 
 
 
Es un misterio que en un barrio nuevo de pisos normaluchos que se encuentra donde Cristo perdió el gorro los alquileres sean altos. ¿Pagar 1.100 euros por un apartamento no lujoso en un entorno que sólo es una ciudad a medias por su escasez de comercios, sus avenidas de seis carriles y sus negocios de restauración desoladoramente parecidos a franquicias? ¿Quién diablos está dispuesto a vivir en un lugar semejante y a rascarse el bolsillo para ello? EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ.
 
La imagen es de Ángel Navarrete.

2 comentarios:

  1. Básicamente, es un horror. He trabajado por esa zona, cerca de Telecinco, mucha vivienda vacía producto de la burbuja, poca gente, un triste parque donde los vecinos aburren a sus mascotas... Y esto antes de levantar el insigne huevo, culmen del esnobismo del poder financiero. Trabajo en la ciudad financiera del Santander, una tentativa de feudo que la megalomanía del banquero levantó sobre unos descampados de Boadilla del Monte (creo que con algún que otro amaño poco claro de los poderes públicos) y es otro horror. Porque además, estos virreyes, cuyo ego no quedaba lo suficiente satisfecho con el traje caro y el toyota metalizado que necesitaron ciudades, tienden a arrogarse otras virtudes como el mesianismo y se dirigen a nosotros no como gestores de nuestro dinero sino como artífices de nuestra felicidad. En el sector financiero están los nuevos dioses del Olimpo. Gracias.

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  2. Aquí, el Carlos Bosi, tiene más razón que empleado/ejecutivo de banca arrejuntada. Mi sobrina por parte de esposa, en otros tiempos brillante investigadora junto a Hopkins de los intríngulis espaciales del sideral espacio, es ahora experta matemática financiera resolviendo intríngulis para uno de esos bancos que hacen ciudades financieras laborales para sus empleados amados. Piensa ahora si para asumir sus responsabilidades en tiempo y lugar llevará a su flamante retoño a la guardería del sistema, allá en el rancho grande. Por cierto, las profesionales mujeres de arquitectura tratando de hacer más humanos los resultados de la profesión, cierta vez nos convidaron a la explicación por un ejecutivo de las realidades y vocaciones de uno de estos centros o falansterios bancarios. Orwell no lo hubiera contado mejor.

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