domingo, 7 de marzo de 2010

Primer día


Cojo el C2 en Moncloa. A la altura de Príncipe Pío, me doy cuenta de que el plan inicial era tomar un autobús en Marqués de Vadillo para subir General Ricardos. O mejor: tomar un autobús que lleva a un cerro con un solar, donde llegué un día de verano, cuando vivía en Carabanchel y tenía un novio en el Alto de Extremadura. Ignoro qué autobús es, y si en verdad no lo tomé en la zona del Alto y no por mi antiguo barrio. Por un instante pienso que lo he soñado; sin embargo, recuerdo con demasiada nitidez el trayecto de vuelta en ese mismo autobús. No sé  a santo de qué guardo una imagen tan precisa de algo tan trivial: una madre y una niña sentadas delante de mí, y a la izquierda una mujer con rasgos del este. No había nadie más. Hacía mucho calor, y apuesto cualquier cosa a que era domingo, como hoy.

El caso: en Príncipe Pío me doy cuenta de que el C2, que hace años que no me lleva a ningún sitio, me deja en Virgen del Puerto, y no junto al puente de Toledo. Da igual. No es verano, y tampoco puedo aspirar a encontrar aquel cerro. El Manzanares alza un vuelo parecido al de una paloma coja, a pesar de que ha llovido todo el invierno. Me da un poco de pena. Al Paseo de Extremadura sólo he vuelto tres veces en los últimos... ¿seis años? Una vez para cenar en un colombiano que da al río; las otras dos,  para comer dim sum en Don Lay, un chino con pinta de asador.

El plan es barrer la periferia, todavía no sé con qué fin. Desde siempre me ha gustado caminar, y hace meses que siento la necesidad de recorrer de una manera más o menos exhaustiva los barrios de Madrid. Se trata de un impulso creativo, pues buena parte de mi escritura se alimenta de espacios limítrofes e indefinidos. Sin embargo también hay, y eso es raro en mí, el deseo de un saber "objetivo" (normalmente, para escribir, me bastan las impresiones). Tengo vagas nociones de cuándo se levantaron los barrios y de lo que fue el desarrollismo. Supongo que no debe de ser complicado armar la historia del cinturón, trazar un mapa humano y de arquitectura. Habrá libros, tesis y artículos sobre ello. Tengo un par de amigo arquitectos que tal vez puedan decirme por dónde empezar.



El 39 une Ópera con la Colonia San Ignacio de Loyola. Lo he tenido que mirar en la Wikipedia, porque se me había olvidado. Me llaman la atención los viejos cuarteles a ambos lados de la carretera, con una iglesia con pinta de estar abandonada. No recordaba esos cuarteles, semejantes al manicomio que hay en General Ricardos. De repente, dudo de que los cuarteles sean en verdad cuarteles (los recuerdo así de la época de mi antiguo novio,  con cuya hermana íbamos al Ikea), e ídem con lo del manicomio. Sólo puedo nombrar esto de mi ascensión matutina: la Casa de Campo, que se ve al final de las calles de la derecha, la entrada al zoo, carteles para Cuatro Vientos (me viene a la cabeza la visita del Papa y la ciudad forrada con pancartas a favor y en contra). Voy de pie en el bus; siento cierto gusto en que suban viejos, en que vayan pobremente vestidos, en que uno hable con el chófer de la misma manera en que los viejos de mi pueblo hablan en la calle, o en el bar. Yo soy un poco de pueblo, y otro poco de ciudad. Bajamos en lo que supongo que es la Colonia San Ignacio de Loyola, y camino hasta la avenida del General Fanjul. Lo de hoy es sólo una pequeña toma de contacto. En General Fanjul cojo el 17, que ya me lleva por lugares familiares: Aluche, Carpetana, el parque de Carabanchel. No sé si el parque se llama así; yo siempre me he referido a él con este nombre. Según mi antiguo novio, el parque de Carabanchel se hizo para mandar a la porra o a algún sitio peor el poblado de los Cármenes. Pasamos también por Eugenia de Montijo. En la calle Ocaña pienso que no puede haber otros nombres mejores para la periferia sur. No marcan sólo caminos, sino procedencias. Imagino a la gente de Ocaña que lleva siglos viviendo en Carabanchel, cuya estación de metro conserva el cartelillo antiguo.



Pensaba que esto iba a ser un mero registro, o un cuaderno de notas, o un diario ligero, pero me he marcado una señora entrada. Da igual. Tal vez se trate del entusiasmo del primer día.

Otra cosa: no pretendo cuidar el estilo. Que salga como quiera.

PARA EL CÓMIC: Asocio el ferry con un edificio cualquiera de los que veo, y pienso en que la forma de las ventanas es similar a la fachada lateral de ciertos inmuebles. Visualizo un edificio en el mar, pero es una imagen demasiado fácil. Luego veo al personaje aún anónimo diciéndose esto mientras recorre el ferry. Es una mujer, y trasmite una frialdad mesurada, tranquilizadora, razonable. Está haciendo cábalas sobre lo que observa, que a su vez también es frío: material blanco, sucio; un ligero olor a suela mojada, a sudor, a patatas fritas y a pescado.


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6 comentarios:

  1. Jejeje ..... dí que si, no cuídes el estilo que blogs cuídados ya hay mucho y aportan poco.

    Me hace ilusión a pesar de mi ancianidad, no hay que olvidar que soy tan viejo como el mundo, ser el primero en pasarme a visitarte en esta nueva aventura .....

    Espero me perdones, pero como buen diablo voy a ver si puedo animarte este espacio un poco ;)

    Ah! Mi blog casi olvidado ... pero que voy a ir retomando es el siguiente :

    http://lacomunidad.elpais.com/rebelia/posts

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  2. Pasharati querido, qué alegría que seas tú el que empieces. Me encomendaré a tu vejez inmensa.

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  3. Ho es mi priemer dia bloguero, he leido esta dirección en una revista y te seguire leyendo

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  4. Acabo de dar con tu blog por casualidad y me está gustando muchisimo, me siento muy identificado en muchas cosas de las que cuentas y pese a haber vivido siempre en Madrid, concretamente por el centro me estas dando a conocer partes de mi ciudad que desconocía por completo.

    un saludo.

    Paco.

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