jueves, 24 de febrero de 2011

El solar dentro

Decía Vicenç Pagès Jordà  en Los jugadores de whist que los solares son una etapa del proceso de urbanización, etapa en la que un terreno baldío acaba siendo parcialmente cercado por edificios e invadido de trastos, ladrillos y escombros. Decía también Pagès que la mezcolanza, por ser cambiante, torna el lugar en inexplorado, y que eso es una fiesta para los niños, un laboratorio salvaje.

Hace un par de meses fui al Nuevo Carabanchel, y me topé con un solar anómalo. Estaba en el interior de un edificio que semejaba un tente de containers, o un cubo de rubik sin solución: 






Se trataba de un montículo de tierra rodeado de pivotes y unos cuantos árboles aún raquíticos. Obviamente no era un solar, pero lo imitaba. En los safaris también parece que las fieras están en libertad. Los safaris, huelga decirlo, son mejores que los zoos, y los montículos de tierra en los que revolcarse y enterrar las manos para tocar los cuernos del diablo le dan mil patadas a esos parques de plástico que parecen casetas de perro. Sin embargo, y a pesar de su bondad, no dejan de ser simulacros, y la libertad no admite grados.  Foucault podría ver aquí un refinamiento del poder: los niños se enfrentan a lo desconocido en un circuito multiaventura. Es decir: interiorizan un sentido de la aventura que otros han decidido por ellos. Un fiasco.

Seguramente exagero, y los infantes se las siguen arreglando perfectamente para salirse del plato.  Para perderse con saludable perversidad en el falso solar:






Aunque este edificio me gusta, no podría vivir en él. No sé de qué material estará hecho, tal vez de uno que resiste tsunamis, pero yo no dejo de ver containers, de sentirme frente a la precariedad, de añorar unas paredes lisas y recias. Da igual que mi impresión no se corresponda con la realidad: crecí en casas que parecían sólidas, y ese es mi sentido del hogar. Aquí tendría miedo de despertarme una mañana y descubrirme pendiendo de una grúa y a punto de ser embarcada hacia, no sé, Dubrovnik.