jueves, 23 de junio de 2011

La exhibición de atrocidades

La monotonía de la propaganda católica disipa las dudas sobre la voluntad de sus santidades en lo que concierne a la imaginería religiosa actual. La devoción, además, no admite ironías. Señor, señor, ¿por qué nos has abandonado?




El otro día me acerqué a La Almudena para ver si el kitsch con el que el fundador de la Institución Teresiana era celebrado seguía luciendo por obra y gracia de Kiko Argüello en su humilde capilla. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que probablemente aquellas imágenes sólo habían transitado en mis sueños, como viene siendo habitual. La materia del sueño, o de la pesadilla, no es rara. Recuerdo que en aquella época cayó en mis manos un artículo sobre el inquietante fundador del Camino Neocatecumenal, artículo en el que el mencionado sujeto se declaraba artista y seguidor de Nietzsche. Además, mi pueblo está lleno de kikos y yo estudié con la teresianas, que colgaban por todo el colegio el mismo póster de Pedro Poveda, con aquella mirada triste y redonda.




El arte ha huido de las iglesias, los publicistas aún no han entrado, y yo no sé qué prefiero, si abrir con amor y seriedad los brazos a ese Hijo de Dios que hoy es un híbrido de cuadros de unicornios corriendo entre las nubes y Jesucristo Superstar, o postrarme ante las tétricas monjas y sibilinos padres que cuelgan de las paredes de la catedral madrileña. La estética de guitarra, palmas y buen rollo de cristianos de base izquierdosos no debía de gustarle mucho a sus eminencias castizas, pero como la Iglesia tiene que acercarse al pueblo eran necesarias algunas concesiones. La Almudena muestra esa tensión entre cantautor de misa y beata como Dios manda, con cilicio, aliento rancio y sordidez. Como si al abrir los ojos para ver quién te acaricia con tanta devoción te encontraras con la mirada severa y las uñas largas, negras y brutales de la madre superiora. ¿Que no?:






Aquí la Hermana Maravillas, que se colgaba del pelo para ver a Dios:




San José María Escrivá de Balaguer, con su raya al lado y su amor por los trabajadores cualificados del mundo:





Esta mujer que vuela, y de la que salen dos borgianas sombras simétricas, es Nuestra Señora de la Vida Mística:




Todos nos damos de bruces con aquello de lo que vamos huyendo. En realidad, y como diría cualquier manual de autoayuda, el fantasma está en nuestro interior, y en lugar de arrojarlo al fuego echamos a correr con él dentro.  Digo esto porque de la mística señora emanan unos ángeles que a mí me recuerdan a sátiros o a demonios,  y que la contemplan con algo que no se parece demasiado a la pureza.  ¿Serán sus fantasmas? En caso afirmativo, eso explicaría lo quietecita que está. Los tiene a pan y agua, la tía.





Por cierto, en la puerta de la catedral puede admirarse un relieve en hierro con la cabecita arrugada de Rouco oficiando una misa.   Lo rodean el rey don Juan Carlos y la reina doña Sofía con pinta de Barbie y Kent, y a sus pies la madre de su majestad en silla de ruedas. Todos parecen felices escuchando la Palabra Divina, que debe de salir fina y tiesísima de los labios del Presidente de la Conferencia Episcopal. Ah, me invade una emoción que no sé si es sacrílega.



12 comentarios:

  1. Pues sí: en Barcelona tienen la Sagrada Familia, y aquí "esto". En fin...

    Por cierto, me alegro de que retomes el blog: nos tenías a pan y agua ;-)

    (Ah, se escribe "cilicio". El silicio es un elemento químico ;-)))

    ResponderEliminar
  2. Gracias, JLP. Ya he cambiado lo del cilicio.
    La Sagrada Familia tal vez infectaría Madrid de turistas...
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Confirmado.
    He visto el cuadro ese de la hermana que echa una cabezadita antes o después de.
    He tocado en la puerta el relieve de la silla de ruedas (a Rouco no me he atrevido a tocarle).
    Se desmayó una señora a mi lado: la mística que nos envuelve, seguro. O los cuarenta grados. La sacrílega emoción de la que hablabas. No sé.

    ResponderEliminar
  4. Tal vez una mezcla de ambas cosas.
    Gracias por el seguimiento, r.e.c.

    ResponderEliminar
  5. Casi un mes sin conexión y por poco me pierdo las dos últimas entradas.

    Reconozco cierto despiste al leer el título de la entrada, pensé que hablarías del relato o de la colección de relatos con ese mismo nombre de J. G. Ballard, o de Joy Division quienes le dedican una canción al mismo libro de Ballard.

    De las cosas pendientes por hacer en esta ciudad aún tengo en el aire una visita a la Catedral de la Almudena, gracias a tu visión de ese espacio confío que se me haga más familiar la estancia allí el día que decida cruzar el umbral de aquella arquitectura.

    Lo que nunca me quedó muy claro es el asunto del Neocatecumenismo, siempre me ha sonado a algo así como partido político-religioso, tendré que echarle un vistazo para despejar dudas.

    Un beso!!!!

    ResponderEliminar
  6. Es tan fea, tan representativa del catoliscismo rancio y de mal gusto, y da tanto miedín, que merece la pena. y no pude sortear el título de Ballard: era lo que me venía a la cabeza ante de la cabecita de Rouco.

    El Neocatecumenismo viene a ser una reivindicación del estilo de vida de los primeros cristianos. En Dos Torres hay unos cuantos metidos en ese ajo.

    Gracias por tu comentario. Nos vemos pronto.

    ResponderEliminar
  7. Creo que es un estupendo Blog para reflexionar sobre los suburbios periféricos o "la otra Madrid" fuera de los oropeles centralistas y de escaparate que son los que realmente les gusta cuidar a los munícipes. Estupendo y constante trabajo de relato de la realidad construída y vivida de lo periférico. Me declaro amigo de este Blog por su enriquecimiento documental. Un saludo

    ResponderEliminar
  8. Periféricos todos y gente de más vivir. Me anoto aquí al final con un comentario porque el otro que planté por allí no lo encuentro como para saber si fué editado y comentado a su vez. Lo cierto es que me encontré por casualidad de las buenas, posiblemente causalidad, con él y su mantenedora principal en su autotarea impuesta de ir descubriendo y encontrando el Madrid que el Sr. Gallardón y cía. no se permiten reivindicar y sí maltratar, hecho por otra parte que cualquiera que consulte los históricos diarios de sesiones plenas del Consistorio Pleno deducirá sin mayor problema. En su tiempo, el de una crónica larga y re-constructiva del llamado Alto de San Isidro, escribí sobre las historias pasadas por ese lugar del suburbio periférico noucentista acabado de destruír por la conjunción del llamado Frente de Madrid. Ya hacia finales del 1900 el Ayuntamiento dejaba dicho en su diario de sesiones que era mejor alumbrar el centro que esas calles embarradas. Evidentemente, no se decía con tanta verdad sino arrimando la historia al mismo lado de siempre. Doscientos años de historia animada en ese barrio que al final consiguió ser reivindicado y reconstruído por los propioa vecinos habitantes llegados de todos lados y codo a codo con las asentadas familias gitanas.
    A la autora de esta memoria marginal de Madrid, contada apasionada y literariamente, no se le puede desear más que ánimo para seguir dando vueltas sobre el territorio conquistado por las urgencias sociales más periféricas aún.

    ResponderEliminar
  9. Muchas gracias, Norberto. Los comentarios se publican después de que yo los haya aprobado; cuando me retraso, es porque no he entrado en la cuenta del blog. Procuro hacerlo a menudo para que las palabras no se enfríen demasiado en el limbo.
    Bienvenido.

    ResponderEliminar
  10. Periferia, eres agradablemente sorprendente. Una caricia en el cerebro.

    ResponderEliminar