lunes, 18 de mayo de 2015

La calle donde todo es posible






Para Gramsci la crisis se define como un proceso histórico donde lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Ciertas calles de Madrid se parecen mucho a esta definición, y cabe preguntarse si es así porque, en efecto, reflejan una crisis. ¿No es la ciudad un espejo de sus habitantes? EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ.

1 comentario:

  1. Nos parece correcto este rápido paseo comentado de Elvira Navarro por ese borde lleno de límites y contradicciones entre el tiempo, el paisaje, y la acción urbanizadora, culpa a medias o tercias entre los varios actuantes en la construcción de la ciudad. Aquí lo histórico era la Dehesa de la Villa, antiguo y enorme espacio de recreo y caza del Madrid pretérito. La Dehesa era no sólo usada por los privilegiados de la corte para cazar, merendar, amar y demás, sino también por los lugareños más populares para hacer todo eso, excepto cazar, que era cosa de la corte. Esta parte fue cediendo sus bordes para construir a lo largo de la historia más moderna, primero una pequeña villa/pueblo que puso en orden y servicios la acción de la II República (Peña Grande), a la que seguían caseríos de menor pelaje rozando el chabolismo (Peña Chica). Peña Grande nos ofrece esos restos salpicados de casitas afables con sus jardines de finales del XIX y antes, y algún colegio bien pensado que la acción educadora de la República nos legó. El espacio se fue subdividiendo entre niveles económico-culturales, dada la ventaja "norteña" de las tierras, sus excelentes riegos con varios arroyos, las estupendas vistas sobre la sierra madrileña, sus maravillosos y límpidos aires. Así que si desde noreste se extendía hacia aquí el Tetúan de las Victorias, hacia el noroeste comenzó el asentamiento de la burguesía con sus magníficos y enormes chalets de Puerta de Hierro, y entre ellos quedó sitio para incluir a la pequeña burguesía en nuevas propuestas urbanas. El Hospital Puerta de Hierro es cosa de los años '60 para da atención al crecimiento de esta parte de la ciudad. Ahora, ya abandonado en las varias formas que tienen los abandonos, espera destino que no acaba de decidirse y concretarse, habiendo sido nominado a varios posibles desde que se reemplazó por el nuevo Puerta de Hierro que fue a parar a Majadahonda, dentro de esa versión "házmelo tú que te lo pago yo a plazos mientras dejo que le saques provecho durante 99 años", que los gobiernos del PP pusieron en marcha en la última etapa, la de la crisis. Todo ello hace que se mezclen, como bien dice doña Elvira, los distintos aspectos, tiempos, cuidados, capas sociales, etc. Curiosamente, esto de "los límites, luchas fronterizas, invasiones, etc." que suceden en estos bordes urbanos mal desarrollados y siempre invasores (por ejemplo al límite original de la Dehesa de la Villa legado al pueblo, se le han ido expurgando pequeños sectores periféricos en las mejores laderas destinados a procrear exclusivos ámbitos para las clases altas mediante el debido apoyo tramitador en las correspondientes oficinas municipales. Hasta la proyección del propio Canal de Y-II se tuvo que salvar de tal voracidad selectiva, y por fin se consiguió proteger su trazado en el espacio de la propia Dehesa, hoy convertido en parque y trazado peatonal y ciclista. En el medio, histórico, de toda esta amenaza constructiva, allá por los primeros ´60 llegó la propuesta de la CIUDA DE LOS POETAS", merced a un tipo de mecenas con cultura que fue el productor (teatro y demás), Conrado Blanco. Así aterrizó en la zona, diseñando un espacio de clases intermedias con ciertas aspiraciones, el conjunto de bloques y torres que intentaban casar un poco todos esos contrastes matizando una propuesta no agresiva y recuperativa de los valores paisajísticos de la zona. Fue en los años en que aún la voracidad disparada de las clases privilegiadas no se había consolidado. Por eso a la zona le va bien este concepto y visión de frontera interclasista, pendiente ahora de la capacidad de cada fuerza económico-social para defender su propio territorio.

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